El lugar íntimo de la casa, la conexión con nuestro interior, nuestro lugar seguro.
En este espacio encontrarás un panorama de la energía disponible en el mes. Nuestro punto de partida es el mandala que dibuja el cielo (estructura de aspectos) en las lunas llenas y el uso de otros instrumentos, como el tarot. Con esto, Laura Ochoa hace una armonización sonora. Audio que encontrarás como podcast y que sirve para meditar, escuchar, equilibrarnos o limpiar nuestros espacios. Y, a su vez, Juliana Franco Calvo escribe unas letras sobre la energía y aprendizajes disponibles para el mes.
Túmbate o siéntate y que, en el cobijo de tu refugio, encuentres paz y armonía.
Tres picos de montaña se ven en el horizonte. Dependiendo de nuestra perspectiva pueden figurar como gigantes cimas por coronar o un bello paisaje por divisar. La decisión entre el disfrute y el esfuerzo es nuestra, y claro, no siempre son excluyentes. Las cosas dependen de los ojos con los que las miremos; eso determinará si es sufrimiento o gozo lo que se ve en la lejanía de esas tres cimas.
Lo que nos lleva a preguntarnos ¿Cuál ha sido nuestra necesidad de mostrarnos eficientes, suficientes, proactivxs todo el tiempo? ¿De demostrarles a los demás que podemos, que somos fuertes, que a todo nos enfrentamos? ¿Esas acciones vienen de nuestro ser auténtico o simplemente son para ser reconocidxs, validadxs, aceptadxs, aprobadxs? Este es un llamado a entender que brillamos con luz propia, que no necesitamos sobreactuarnos, que la luz está en nosotrxs, independientemente de cuan empantanados o hundidos nos sintamos, o de cuan grandiosxs nos creamos.
También es un llamado a ser auténticxs en el colectivo. Dejar que alumbre nuestro brillo propio, sin estar pendientes del qué dirán, no implica dejar de tejer lazos colectivos o comunitarios; no implica dejar de creer en un proyecto más amplio que nuestras propias metas individuales. En ese equilibrio, entre lo individual y lo colectivo, empezamos la labor de perdonar todas aquellas cosas que nos han bloqueado y nos han impedido convivir armónicamente, que nos han impedido un ejercicio de la creatividad desde el disfrute, el gozo y el amor.
Nuestra creatividad como muestra de nuestro ser luminoso, nuestra creatividad como expresión de nuestra autenticidad; no como algo esforzado y presionado por encajar en un entorno. En la medida en que más expresemos esa creatividad desde el gozo, desde nuestro real ser, más fácil será tejer esas metas colectivas, más fácil será perdonar y sanar esas heridas que nos hacían estar mirando de forma constante a otrx para recibir su aprobación. Entendemos que nos amamos desde la diferencia, la variedad, desde el ser individual de cada unx, que a su vez hace parte de algo más grande, de un esfuerzo mayor, de un todo complejo y perfecto. Un todo que no se preocupa por el movimiento, que permanece en paz absoluta.
Y nos conectamos con la trascendencia, no necesariamente desde la parafernalia ritualista, desde el afán de estar vestidxs de blanco con velones, cristales, tabacos, o desde un espacio visceral que nos lleva a ser consumidxs por las emociones. No, esta vez la trascendencia llega como algo ligero, tranquilo, no luchado. Pero no es algo que nos implique superioridad. Todo lo contrario, una trascendencia que nos conecta con la practicidad, con la igualdad, con la libertad radical de cada quien. Una trascendencia no gobernada por la emoción y el ego, sino por la tranquilidad de una mente consciente, por la necesidad de construir con otrxs. Una trascendencia donde nos sentimos libres de apegos y soltamos.
Esa trascendencia, liviana y ligera, nos permite hacer un viaje cósmico. Un viaje muy amoroso y tranquilo. Vemos al universo, con estrellas de varios colores, tipo arcoíris. Y volvemos a ser niñxs, a conectarnos con nuestrx niñx interior. Un viaje que nos permite sentir el gozo, el disfrute, desde el juego, desde la alegría. Una alegría que es liviana. Y ese momento del viaje, nos recuerda nuevamente que estamos unidxs, que somos cosmos y, a la vez, somos unx. Pero el viaje es para retornar y llevar esas sensaciones, sentimientos y experiencia a la cotidianidad de nuestra vida. A nuestras conexiones diarias, a nuestras relaciones del día a día. Estamos recorriendo un camino: pasamos de la materia a lo sutil y regresamos de nuevo a la materia. En un aprendizaje de cómo llevar la espiritualidad a lo cotidiano.
Desde ahí es que encontraremos paz y calma. Que nos centraremos y asumiremos nuestras tareas cotidianas. Desde ahí es que superaremos las constantes dudas y ese movimiento incesante de nuestra cabeza de estos días. Una cabeza que se puede sentir como una licuadora de pensamientos, un vómito mental que, a veces, no nos abandona. Pero el aliciente por fin llega, y entendemos cómo apagar la licuadora, cómo tomarnos el jugo que estaba ahí revolviéndose y cómo encontrar nutrición en él. Ojalá que desde esa tranquilidad y amor asumamos este mes. Tejiendo en colectivo y siendo nosotrs mismxs.
Una larga y gigantesca escalera nos muestra el camino de salida del hueco en el que nos sentíamos. La sensación de los últimos meses, era de estancamiento, tal vez de algún profundo proceso que venía resonando en nosotrxs desde hace unos dos años. Y, mágicamente, la luz empieza a aparecer y empezamos a ascender. No sin esfuerzo. Dando paso a paso, escalón a escalón, como una montañista subiendo el Everest. Cada cual va haciendo su propia cima, tiene sus propios retos y sus propias metas. Y esta escalera la hemos tejido con trabajo, con dedicación, firmeza y una mirada fija en el lugar al que queremos llegar.
El camino nos ha mostrado muchos obstáculos, mucha oscuridad que nos negábamos a ver, mucha incertidumbre, indecisiones y duelos, mostrándonos que la enseñanza está más en el mismo camino, que en la meta. La escalera es en sí misma una gran maestra. Y en ese subir vamos soltando la podredumbre que nos densificaba estos días. El agua estancada se pudre y así estábamos…o eso sentíamos. El proceso de ir subiendo también implica ir soltando poco a poco todo aquello que nos aprisionaba, que ya estaba quieto y pudriéndose entre nosotrxs. Que pedía ser soltado y entregado a la tierra, para su trasmutación y renovación. Símbolo del proceso que hemos estado haciendo estos meses y que pareciera tener una culminación, un cierre de ciclo.
Soltemos con confianza, seguridad y firmeza. El universo es sabio, abundante y generoso; nos dará lo necesario para cada paso, para las nuevas cimas. Y en la medida que vayamos subiendo, nos encontraremos con otras almas luchadoras, que sonríen y nos dicen que, si bien cada cual tiene su proceso, todo está en sintonía, conectado y contribuimos a un proceso mayor y más grande, tejemos entre todxs escaleras de ascensión. Cada cual a su manera, cada cual desde lo que tiene, pero cada cual cumpliendo su parte.
La soledad del abismo se evapora. El estancamiento se disipa, sentimos que nuestros cuerpos se renuevan y ya pueden moverse. Es como si nos desperezáramos y en ese movimiento fuerte y fluido sacáramos un montón de escaramuzas, de armaduras y pesos. Nos paramos fuertes para el camino que viene, nos paramos firmes, con amor en el corazón, con esperanza en el alma, con claridad en el mirar. Y vemos cosas hermosas, nos cambia la lupa y perspectiva. Siguen retos, muchos y grandes, pero hemos entendido que la fuerza está en nosotrxs, que ya no necesitamos delegar en otrx nuestro cuidado, que nosotrxs mismxs somos los responsables de nosotrxs. Y que eso, ya es un gigante aporte a la humanidad.
El ascenso también nos enseña al disfrute, nos llama al juego. No es un ascenso sufrido, es un ascenso gozoso. Dentro de la rigidez también es posible la flexibilidad y el juego. El trabajo rinde sus frutos y nos muestra que, a pesar de los esfuerzos, también hay risas, canto, luz amor y alegría. Nos espera un gran jardín, con muchos olores, colores y sabores, para poder disfrutar, jugar y crear. La cuestión es darnos a nosotrxs mismxs el permiso, de disfrutar y recoger los frutos cosechados. De asumir la vida con dulzura.
Son días en los que sentimos que el afuera nos exige, que se espera mucho de nosotrxs, que hay que dar cada vez más. Nos culpabilizamos si queremos parar o descansar. Pero estamos cansadxs, han sido tiempos densos y la suciedad oculta empieza a salir a flote para ser limpiada. El afuera nos grita rendimiento, y nosotrxs mismxs quisiéramos rendir, correr, hacer cada vez más, dormir cada vez menos; y, al tiempo, algo en nosotrxs nos grita “para”, nos llama a calmarnos, a permitir que se haga la limpieza sin esfuerzo.
El otro llamado se refiere al esfuerzo y al sacrificio. Juzgamos y culpabilizamos a quien adquiere algo sin haber sufrido, sin sudar la gota amarga, sin que le haya costado sangre. Y cuando la vida nos trae regalos, que creemos nos costaron poco, nos sentimos culpables; queremos demostrar que sí somos merecedorxs, que sí nos los hemos ganado, que hemos trabajado duro por ello. En el fondo, nos cuesta recibir y no nos sentimos merecedorxs. ¿Tiene sentido seguir forzándonos y exigiéndonos de esta manera? ¿Tiene sentido rechazar los bellos regalos que a diario nos da el universo? ¿Tiene sentido vivir en esa lógica de que sólo el sacrificio da frutos?
Llegamos a un momento de limpieza, de soltar lo que ya no necesitamos. Pero eso no siempre es fácil. Cada cual experimenta de forma distinta ese aprendizaje y cada cual lo va a experimentar a su manera. Lo que parece ser cierto es que en la medida en la que más resistencia opongamos, más fuerte regresará el contragolpe. Así que el llamado es a imbuirnos en la fluidez del canto de la vida, arrojarnos en ese océano profundo, confiando en que cosas hermosas vendrán y en que las merecemos, por derecho propio.
En la medida en que lo permitamos llegará, entonces, la danza de la vida. Que nos llevará suavemente por caminos hermosos, por nuevos escenarios, lugares y personas. Ondearemos y fluiremos como el viento. Volveremos sobre nuestras antiguas lecciones, que parecían ya olvidadas. Lecciones que confiábamos saber de memoria, pero que, ahora, otra persona, situación o escenario nos muestra desde otra perspectiva. Siempre hay una manera nueva de ver cada oración y siempre cada quien la lee desde lo que es en ese momento. Interiorizar esto nos permitirá entrar en esa fluidez y merecimiento que tiene la vida preparada para cada quien.
Pero todo ese trasegar parece tan denso, que nos sentimos estancadxs. Queremos huir, salir corriendo, conocer nuevos y diferentes mundos. No hay que preocuparse, con el paso del tiempo el panorama se irá aclarando, encontraremos las razones de porqué las cosas han sido de determinada manera. Hallaremos la confianza para seguir y transitar nuevos caminos, para conocer otros mundos, ya no desde el miedo o desde el escape, sino desde el gozo y el disfrute.
A veces nos sentimos hundidxs en el pantano. Siendo tragadxs hasta lo más profundo de nuestro ser. Pero en el trasegar de dejar el forcejeo, de dejar el esfuerzo y de sobreactuarnos, que vamos a salir poco a poco. Que el pantano dejará de tragarnos. Volvemos a respirar, a tomar una nueva bocanada de aire que nos conecta aún más con la vida. Nos sacudimos fuera del pantano, dejamos que se vaya lo que resta por limpiarse y, finalmente, pisamos tierra firme. Damos pasos en una tierra que nos abraza y acoge con firmeza, lo que nos permite anclarnos de nuevo, reafirmar nuestro caminar. Reafirmando quiénes somos.
Estos son tiempos de grandes y profundas ambivalencias. Por una parte, sentimos la necesidad de actividad, de movimiento, de hacer. Algo se quiere mover, algo quiere cambiar. Pero eso cuesta porque parece ser que la energía que está disponible tiende a la estabilidad, a la seguridad, a la quietud. Hay fuego encendido y queremos movernos, pero al tiempo estamos encapsulados en nuestros pensamientos e ideas. Algo nos dice que vayamos hacia adelante, que vayamos a descubrir y explorar; pero el tiempo, otra cosa nos dice que nos quedemos quietos, que seamos cautelosos/as. La carta de los enamorados es muy diciente al respecto.
Parecería un dilema entre el fuego y el aire. Como si tuviéramos que escoger una cosa u otra. Pero realmente lo que nos dicen es que es un complemento. Nuestro reto es encontrar el equilibrio en estas ambivalencias, en esos polos. Ver que el fuego necesita del aire para avivarse. Y que ese fuego avivado por el aire, viene ahora a purificarnos. Fueguito sagrado que nos ayuda en estos momentos donde todo parece convulso.
A la vez, hay en el ambiente un mimo maternal, el arrullo de una madre que canta tranquilizando a su hijo/a. Ese mimo maternal, parece ser la esperanza que se abre paso entre tanto movimiento, entre una aparente revoltura. Un mimo maternal que nos conecta con nuestros primeros años de vida, pero también que regresa atrás una y otra vez.
Un trasegar por todos los tiempos que hemos vivido como humanidad, por la historia misma de la humanidad. Historia que está atada a otra madre, la madre tierra que nos ha cobijado, abrigado, nutrido y arrullado a lo largo de milenios. Parece ser, entonces, que por momentos caminamos en la selva al atardecer, pero también que revivimos los bailes y cantos ancestrales, que revivimos nuestras primeras palabras, las primeras escrituras en las cavernas, los primeros animales que vinieron a vivir con nosotras/os.
Un mimo que nos trae las memorias ancestrales que aún habitan este presente, pero que – sobretodo – nos recuerda como individuos pertenecientes a una comunidad. Este es un llamado a recoger los conocimientos antiguos, especialmente aquellos relacionados con lo femenino. Y que, a partir de esa recolección, forjemos comunidades de pensamiento. Nuevas sociedades donde nos una un pensar similar. El llamado a un tejido comunitario desde la palabra y el sonido; que existen, así no los veamos. Como las caras de nuestras amistades en la distancia/cercanía de la virtualidad.
Finalmente, nos hacen una advertencia, ese tejido puede caer en dogmatismos. Rodearnos de quienes piensan y hablan como nosotros/as nos puede llevar a creer que esa es la única forma de pensar y ser, que lo otro es incorrecto y errado. Podemos caer, además, en una profunda terquedad, por que las cosas sean como pensamos. La carta de la abundancia nos dice que hay gran cantidad y diversidad de pensares, sentires y hablas, que allí reside nuestra riqueza. No en aferrarnos a nuestros ideales propios y creerlos únicos.
Re- Construir el Imperio
Luna llena en Tauro – 31 de Octubre de 2020
La última imagen del pasado texto era la salida de la guarida. El mes de noviembre es la consolidación de esa salida. Un volver a construirnos desde lo que se derrumbó con la torre. El incendio fue largo, fuerte y contundente. Pero tenemos bases firmes para volver a armar nuestro reino. Esta vez quien habla es el Emperador. Aquel que al principio se siente desde las rigideces y tensiones de la energía que aún necesita salir y que estancamos. Aquello que nos cuesta soltar. Que nos protege de ir a mirar en las profundidades. Y que, como una gran armadura, nos cubre para blindarnos de los ataques externos.
Lo risible es que dichos ataques existen en nuestra cabeza y muchas veces son impuestos por nostroxs mismxs. Nosotrxs que insistimos en la auto-exigencia. Nosotrxs que nos presionamos. Pero asomamos la cabeza y vemos que la presión no es tanta. Que es más nuestra propia mente. Y saliendo de la guarida, vemos que el mundo afuera no es tan hostil como estábamos imaginando.
Esas rigideces se abren paso ante las necesidades de grandes e innovadores cambios. Transformaciones que requieren de nuestra firme determinación. Después de ir a mirar atrás, es momento de tomar decisiones. Ya tenemos más claridad para hablar. Mejora nuestra comunicación. Eso sí, en calma, sin premura. Con la claridad de que el karma y señor del tiempo mira atento para pasar la cuenta de cobro más tarde.
Determinación que también viene acompañada con una gran descarga de energía. Ya nos vamos desperezando. Piernas y brazos se estiran para marcar la necesidad de ponernos de nuevo en acción. De poner manos a la obra. Eso sí, un accionar que aparece marcado por dos caminos, dos figuras diferentes. Por un lado, una constante tensión que trae la necesidad de moverse y, por otro, un fluir.
Fluir de aguas profundas que sigue llamando a mirar adentro. De ver hondo, muy hondo. También nos llama una profundidad infinita donde habitan aquellos fantasmas a los que temíamos dentro de nuestra torre y guarida. Demonios que ya no aparecen como amenazas afuera, sino que se manifiestan en las oscuridades de nuestro ser, para traernos una lección de inmensa sabiduría.
Ambas fuerzas, dispares y diversas, se juntan. En ese encuentro nace una gran luz, un foco que se proyecta a la distancia, con una gran potencia expansiva. El animal abre su boca y de sus profundidades sale la luz a la que temía. Y ésta le muestra el nuevo camino que empieza a recorrer. Los ladrillos para edificar un nuevo imperio. Pero eso tarda, el Emperador lo sabe y es paciente para ir peldaño a peldaño.
Finalmente, una bella doncella mira desde lejos toda la imagen. Figura solitaria, con la certeza de que no requiere la dependencia en otra cosa para ser. Con la certeza de su propia valía. Con una increíble dulzura y belleza espera atenta. No hay afán, pero nos habla de una pureza en nuestros encuentros con el/la otro/a. Un confluir que se está recomponiendo, retejiendo. Que hace parte del nuevo material para la innovadora obra que estamos construyendo.
Luna llena en Aries – 01 de octubre de 2020
Vamos caminado por desiertos con nuestras pesadas armaduras, quemándonos. Una vieja armadura de metal que recuerda nuestros tiempos de guerra, pero que ahora nos pesa, nos quema y agota. El metal está de un rojo encendido ante el fuego abrazador del incansable sol. Podemos decidir quedarnos con la armadura encima o irnos quitando nuestros pesos. Sentimos la densidad, una sensación de oscuridad, de agonía, de pesadumbre. Y, al mismo tiempo, en el desierto somos serpientes, dragones. Nos vamos abriendo camino, vamos serpenteando. Ondulando en búsqueda de una salida, empezamos a asomar nuestra cabeza de la oscura y densa guarida.
Estamos irascibles. Nos tensiona el dilema de nuestra afirmación personal y el relacionamiento con lxs demás. Queremos reafirmarnos, remarcar “lo que somos”, nuestro yo. Y, a la vez, queremos relacionarnos, encontrarnos con un/a otro/a ¿Realmente es un dilema? ¿Si debemos elegir entre nuestro ser y relacionarnos, como si el encuentro fuera un sacrificio? ¿No será que esa ira sagrada enciende grandes y profundas heridas que se muestran con esta extrema sensibilidad y que nos enseñan que más que opuestos también somos complementos?
Hay mucha necesidad de movimiento, mucha energía en el ambiente que requiere salir, casi como un volcán que va a hacer erupción. Un dragón que viene desde el fuego a quemar y romper nuestros esquemas arraigados. El dragón de fuego que se revela contra estructuras tradicionales, injustas y autoritarias. Esa rabia también es colectiva y es la ira que grita desde las entrañas por escenarios de poca justicia y equilibrio. Nos revelamos contra las fuerzas autoritarias, contra las viejas formas de gobierno que insisten en usar el control y la opresión como mecanismos.
Que toda esa energía que nos incita al movimiento se canalice positivamente y ayude a lograr desestructurar nuestras cabezas para romper con aquello que ya debe ser quemado. Que más que reaccionar: creemos; que más que violentar: canalicemos; que más que agredirnos: nos encontremos. Y que nos preguntemos: ¿Qué murallas y barreras hemos puesto para relacionarnos, para encontrarnos? Nos hemos escondido en una gran torre que empieza a quebrarse, romperse, quemarse. Depende de nosotrxs si soltamos esas protecciones, esos escudos que construimos para no encontrarnos en con el/la otro/a; o si nos quemamos con la armadura puesta. El nivel de dolor va a depender de nuestra capacidad de soltar o aferrarnos.
La duda también está presente de nuevo, con algo de dispersión. Un escenario que usa esa gran cantidad de energía para apostarle a muchas cosas a la vez. Podemos sobre cargarnos. Debemos tener cuidado, saber qué soltar, qué delegar. Prestar especial atención a nuestra auto-exigencia. La injusticia no viene sólo de afuera, también la hacemos hacia nosotrxs mismxs. Y de ahí también viene esa rabia: de nuestra dificultad de poner límites, de ponernos límites.
Y, al final, cuando asomamos la cabeza de la guarida, es momento de salir y darnos al mundo. Esas habilidades adquiridas en la guarida no son para dejarlas escondidas. No es momento de mantenerlas ocultas. Es hora de que afloren, sin ego, sin querer imponernos. Sólo dándonos a esa/e otro/a con quien nos encontramos. Confiemos. Tengamos la confianza en una transición de lo pesado y lúgubre a lo liviano, ondulante y placentero. Demos un paso al disfrute y al gozo.
02 de septiembre de 2020
El velo que estaba en frente nuestro, que era nuestra protección y comodidad, se va disolviendo en un baile de destellos. Poco a poco se convierte en hilos centelleantes y luego se difumina por completo. Es momento de ver con nuestros ojos y dejar la ensoñación en la fantasía. Hay mucha magia alrededor ayudándonos a que esto ocurra, soltar y dejarla ser puede ser nuestra alternativa menos dolorosa. Hay energía que nos atraviesa el alma y nos muestra facetas nuestras no tan agradables, también aquellas no reconocidas, pero que – luminosas – vienen a recordarnos que la Unidad con la Divinidad es la meta. Hay una fuerte energía de dominio, de querer moverse al cambio y, a la vez, de aspirar a mantenerse estático, estable, de que la tradición perdure. Dolores profundos que se disfrazan de buenas caras, de armonía, de un “nada pasa”. Pero que descubierto el velo y visto de frente nos permiten reconocer y sanar heridas lejanas, escondidas, ocultas. En estas tensiones, que nos tienen entre el movimiento, la quietud, la duda e incertidumbre, vivimos procesos de sanación emocional profundos que se mezclan con la necesidad de ir a lo práctico, a nuestra cotidianidad y la organización de nuestras rutinas. A la organización misma de la vida. A la humildad del servicio desde nuestras acciones diarias. Ayudar y hacer desde lo concreto. El velo cae y desde la luminosidad que adquirimos nuestras manos se vuelven hacedoras de elementos útiles y sagrados. Al servicio nuestro y de las demás personas. Vamos domando nuestra propia bestia, no con la fuerza bruta, sino con nuestra fuerza interna. Pero no debemos orientar esa fuerza a un lugar netamente mental que impida nuestra acción y apertura. Sino aprovecharla para nuestra expansión. De una siembra muy concentrada, con una gran unión, pasamos a una cosecha más esparcida, extendida. Cosecha donde cada cual aporta su fruto individual, para tejer una gran trama. Cada cual sirve desde el lugar que le corresponde, donde viene a dar sus regalos al Bien Mayor. |
03 de agosto de 2020
Todos somos uno, y en la unidad no perdemos nuestra individualidad
Se extrajo de Pixabay, autora “Composita”.
Una mujer sube por una montaña mientras reparte flores de su canasto. Canta, como aquellas mujeres irlandesas que seducen al ganado con su voz. Un canto ancestral y sagrado que viene del corazón mismo de la madre tierra. En su ascender llega a un llano, una especie de templo luminoso, donde se reúnen cada vez más personas. Su unión forma un gran sol…que si es mirado con detenimiento es conformado por muchos soles. Llamas que se encienden desde la expresión de su creatividad y autoconciencia. Somos esta humanidad: todos, todas uno. Acá no hay distinciones y el mismo tiempo, todas somos un universo propio. El equilibrio entre la pertenencia a un colectivo, a un fin superior y la individualidad, autenticidad propia. Ese es el llamado planetario para empezar este mes de agosto. ¿Cómo armonizo la expresión de mi individualidad con mi pertenencia a algo más grande? Es un llamado también a una responsabilidad social ¿Soy consiente de que no todas ni todos estamos en las mismas condiciones ahora? ¿De mis privilegios? ¿De mis aportes? ¿De los aportes y situaciones de les demás? El tarot nos habla desde la estrella. Millones de estrellas que brillan en un firmamento, que siguen expandiendo su luz, aunque es posible que ya haya llegado su muerte. El centro no es una sola, ni un sol que deslumbra. Sino miles de millones de soles que brillan sin miedo. No hay temor a opacar a otras. No hay temor a ser opacada. Podemos ser como individuos y ser como colectivo sin que esto sea opuesto. En el logro de nuestros procesos personales, de estar en nuestras propias cuevas. Percibimos que estamos rodeados, acompañadas, que no estamos solas ni aislados. En la profundidad nos encontramos y desde ahí construimos nueva humanidad. Ese encuentro es nuestra misma integración. El dolor de la separación entre nuestra mente y emociones sale a flote. Dándonos una oportunidad de sanarlo desde la profundidad. De darle un giro sorpresivo para ser uno: cuerpo, mente, alma, emoción. Una energía que resuena con la de principio de año. La luna llena en acuario del 3 de agosto vibra con la luna nueva del 24 de enero, son dos mandalas que se complementan. Que dialogan. Dos caras de una misma moneda. ¿Qué queremos cerrar en este mes que empezamos a principios de año? ¿De qué nos queremos despedir? ¿Qué hemos aprendido en este proceso? Es un mes para caminar, andar, recorrer. Ir por el bosque, como la imagen de aquella mujer que abre nuestro texto. Es momento de lo simple, de la humildad. Es tiempo de la co-creación. De hacer en colectivo. De inventar, de darle rienda suelta a nuestra creatividad. Hay mucha energía de duda, de indecisión, de sentirse en uno y varios mundos. O de querer estar en varios mundos. Esa duda, que a veces es temor, se canaliza con nuestros procesos creativos, ojalá grupales. También nos invita a preguntarnos, a resignificar lo que es individualidad y lo que es comunidad. Una reconstrucción necesaria en momentos donde se tambalean nuestras creencias. Es momento de revolucionarnos, de arriesgarnos, de innovar. De creer que el futuro es ahora. |
26 de abril de 2020
Juliana Franco Calvo
La imagen para empezar hoy me llegó en una sesión de SoundTouch con Laura Ochoa: un baño de mimos de una abuela, un rito de iniciación, el regreso al corazón de la madre tierra. La luna nueva en tauro del 23 de abril, poderosa con la conjunción a Urano nos habla justo de eso, del inicio de un nuevo ciclo, del retorno a la tierra, el cuerpo…o la pregunta por el hogar, el refugio, el cobijo, es una especie de rito de paso que estamos transitando para concebir algo nuevo…una nueva humanidad.
La abuela nos enseña que esa preparación puede ser amorosa, puede ser desde el cuido, desde el mimo. Un consentimiento a nosotrxs mismxs. ¿Qué tanto hemos estado deleitandonos con las figuras de autoridad y poder externas y hemos descuidado nuestro interior? ¿Qué tanto hemos vivido en las máscaras de la apariencia y hemos ocultado la sinceridad de lo cotidiano? ¿Qué tanto hemos querido ser esa autoridad, ser fuertes, potentes, reconocidxs y hemos olvidado vernos, sentirnos, mostrarnos también como vulnerables y merecedorxs de cariño?
La abuela nos enseña que esa preparación puede ser amorosa, puede ser desde el cuido, desde el mimo. Un consentimiento a nosotrxs mismxs. ¿Qué tanto hemos estado deleitandonos con las figuras de autoridad y poder externas y hemos descuidado nuestro interior? ¿Qué tanto hemos vivido en las máscaras de la apariencia y hemos ocultado la sinceridad de lo cotidiano? ¿Qué tanto hemos querido ser esa autoridad, ser fuertes, potentes, reconocidxs y hemos olvidado vernos, sentirnos, mostrarnos también como vulnerables y merecedorxs de cariño?
Para mí es la pregunta de los nodos, el nodo sur en capricornio y el nodo norte en cáncer nos han hecho volver al hogar, a las raíces. Y recordar que ese hogar no es sólo un espacio físico, que el hogar somos nosotrxs mismxs, y que ese cariño y cuido de la madre, nos lo podemos dar nosotrxs mismxs. La luna nueva en tauro refuerza esa energía y nos invita a habitar otro de nuestros hogares, uno de nuestros templos: el cuerpo. Cuerpo que posiblemente no sólo es individual, también es colectivo. Un llamado al cuido mutuo y solidario.
Es un llamado a la practicidad y a concretar esas lecciones en un escenario material específico. No a irnos a escenarios etéreos, sino que llegar a la tierra, ensuciarnos las manos y sembrar aquello que queremos que nazca ¿Un nuevo sentido de la propiedad? ¿Una concepción diferente de lo que es nuestro? ¿Un replanteamiento de nuestros valores? ¿Qué será entonces lo que tenga valor ahora para nosotrxs? ¿Cómo – entonces – nos vamos a relacionar con nuestras posesiones?
La carta del tarot que acompaña este rito es “el/la colgadx”. ¿Qué tenemos que poner patas arriba para comprender lo que estamos viviendo? ¿Qué es eso que necesitamos ver de cabeza para comprender de forma diferente? ¿Qué es eso que estamos sacrificando?¿Qué ganamos con dicho sacrificio? ¿Qué ventajas nos trae aislarnos del mundo y de la sociabilidad? ¿Por qué toda nuestra energía en la cabeza? ¿Cuál va a ser la entrega final?
Un gran maestro, Alfredo Vargas, me decía que las revolturas de cabeza no eran malas…”es como tener una licuadora prendida a toda velocidad y le has puesto un sin número de ingredientes, todos tuyos, de todas las cosas que andas pensando y repasando…al final, cuando la licuadora se detenga, lo cuelas, tiras lo malo, y te queda un delicioso jugo…un coctel que es sólo tuyo”. Ese coctel de nuestros pensamientos en el aislamiento, que la luna en tauro nos invita a sembrar para que llegue lo nuevo, innovador, sorpresivo que es urano en esta conjunción. Tal vez lo podamos beber al resplandor de la luna llena en escorpio que tendremos entre el 7 y 8 de mayo.
Este rito de paso, también nos prepara para el cambio de signo de los nodos que será el 5 de mayo, la cabeza y cola del dragón dejarán de estar en los signos de cáncer- capricornio y pasarán a géminis-sagitario. Cambiamos del eje de las posesiones al del pensamiento. Necesitamos dejar patrones negativos que nos atan a pensamientos dogmáticos, aficiones o alabos superficiales a falsos maestrxs, formas tradicionales de enseñar.
¿Será que es momento que las universidades repiensan/re sientan la forma de educar? ¿Será que la verticalidad del mundo académico ha sido suficiente? ¿Será que podemos pensar/sentir otras formas de aprendizaje y enseñanza? ¿Será que también podemos sentir otros lugares de enseñanza? ¿Qué tal la naturaleza como nuestra maestra? ¿Qué tal nuestrxs vecinxs, hermanxs, familiares y amigxs como nuestrxs maestrxs? ¿Qué tal nosotrxs mismxs como nuestrxs propixs maestrxs? Y vuelve la abuela a habitar el espacio y a recordarnos que también podemos mirar ahí, en la casa, en el hogar, en el refugio ¿Qué enseñanzas hay en nuestra cotidianidad cercana? ¿Qué valiosos saberes, conocimientos y enseñanzas podemos extraer de nuestrxs cercanxs y allegadxs? ¿Con qué y cómo podremos servir nosotrxs?
Sin duda la temporada de eclipses nos traerán interesantes escenarios para soltar lo viejo y vislumbrar qué nuevos pensamientos y sentires deben nutrirnos a partir de ahora. Les dejamos las fechas para que las tengan en cuenta:
“ECLIPSES SOLARES
Eclipse solar anular en Cáncer: 21 de junio de 2020.
Eclipse solar total en Sagitario: 14 de diciembre de 2020.
ECLIPSES LUNARES
Eclipse lunar penumbral en Cáncer: 10 de enero de 2020.
Eclipse lunar penumbral en Sagitario: 05 de junio de 2020
Eclipse lunar penumbral en Capricornio: 05 de julio de 2020.
Eclipse lunar penumbral en Géminis: 30 de noviembre de 2020” [1].
Para cerrar, nos llega un mensaje de las esencias florales. La flor que quiso hablar esta vez es el “hibiscus”, la esencia de la sexualidad amorosa. Una sexualidad amorosa es también una creatividad fluida, una conexión con la emoción y el placer. Hibisco es un llamado a preguntarnos por nuestros posibles traumas y bloqueos a nuestra sexualidad. Escenarios que también pueden desencadenar en un bloqueo a la calidez, al reconocimiento de nuestra delicadeza y vulnerabilidad; pero también a una disociación entre la sexualidad y los sentimientos.
¿Cómo atraer la calidez e integración de la tibieza del alma con la pasión corporal? ¿Cómo renacer – a partir de este rito de iniciación – a un escenario de la creatividad? ¿Cómo armonizar pensamiento y sentimiento, para que el aprendizaje de géminis no sea solo cabeza? ¿Cómo superar la herida de la separación entre pensamiento y sentimiento? ¿Cómo crear entonces entre la fluidez del pensar/sentir? ¿Qué implica esto para ese proyecto de nuevo mundo?¿Cómo dejar los tabús sociales frente al disfrute y placer? ¿Por qué nuestra vida no puede ser placentera, más allá del escenario de la sexualidad? ¿Por qué no concebir el trabajo como algo placentero? ¿Por qué nuestras rutinas cotidianas no se vuelven en sí todo un disfrute para todos nuestros sentidos? ¿Cómo construir un mundo lleno de disfrute y placer?
Bibliografía:
Carranza, Martha Beatriz & Ciarlante, Silvia Cristina. 2008. Manual de remedios florales. Editorial Devas. Argentina.
Ochoa, Martín & Gómez, Juan Carlos. 2020. Análisis de la Luna nueva de Tauro. Se encuentra en: https://www.youtube.com/watch?v=q8A83JMzPSc
Ochoa, Martín & Gómez, Juan Carlos. 2020. Conversatorio: Nueva temporada de eclipses Sagitario Géminis, invitación al cambio de paradigmas. Se en cuentra en: https://www.youtube.com/watch?v=ZjgYs5MXeo8
Todd, Paloma. Luna de Abril. Se encuentra en: https://lunadeabril.com
We Mystic. 2020. ECLIPSES 2020: CONOCE EL CALENDARIO PARA ESTE AÑO. Se encuentra en: https://www.wemystic.com/es/eclipses-2020/
[1] We Mystic. ECLIPSES 2020: CONOCE EL CALENDARIO PARA ESTE AÑO. Se encuentra en: https://www.wemystic.com/es/eclipses-2020
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Laura Ochoa. Terapeuta de Sonido Integral y Color. Terapeuta Floral y Tarot. Colombiana radicada en Argentina.
Juliana Franco Calvo. Cuenta con conocimientos en Tarot, Psicología Astrológica, Radiestesia, Terapia floral, Reiki, entre otros.